18 de nov. 2011

LA APUESTA POR UNA EDUCACIÓN TRANSFORMADORA

La educación es la medicina más efectiva contra la pobreza. Consciente de esta máxima, Intervida toma una opción clara, como organización que tiene como prioridad a la infancia, por la educación primaria universal. Por una razón simple: la educación representa una oportunidad, empodera a las personas de cualquier edad con conocimientos y habilidades, además de incrementar los niveles de confianza y autoestima que les permitirán mejorar su vida en el presente y el futuro.

Al definir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en Nueva York en septiembre de 2000, se identificó la educación como el principal propulsor de la consecución de todos los demás objetivos. No obstante, la actual crisis económica está incrementando los niveles de deserción escolar y de pobreza en muchos países. En Intervida pensamos que es esencial seguir atendiendo este objetivo y apostar por el desarrollo de un sistema cualitativo de educación pública que permita mejorar las condiciones de vida de las personas y salir del círculo de la pobreza. Esta es nuestra voluntad y nuestro propósito.

La calidad educativa es un factor clave para lograr la educación primaria universal. Una vez garantizado el acceso de un niño o de una niña a la escuela queda mucho camino por recorrer antes de que el disfrute de esa plaza signifique una mejora sustancial en su vida, propósito final de la educación.

Numerosos sistemas y políticas tienden a preferir modelos educativos utilitaristas y a menudo patriarcales. Ejemplo de ello es el modelo educativo impulsado por el Banco Mundial, predominantemente eurocéntrico y basado en la productividad y la competitividad. Un modelo que se define en dos aspectos: la generación de personas productivas, que no activas, a través de la educación y unas políticas educativas garantes de escolarización, que priorizan los aspectos cuantitativos sobre los cualitativos. En resumen, el fin de la educación para este modelo es “formar a las personas para que sean ciudadanos competitivos”.

¿Es este realmente un buen modelo educativo para el pleno desarrollo de las sociedades? Es evidente que la educación debe tener entre sus objetivos el preparar a las personas para la vida activa, pero entendemos que la educación va mucho más allá. La escuela debe apostar por un modelo inclusivo, por reconocer las diferentes identidades; debe ser una educación emancipadora que promueva una ciudadanía activa, proactiva y participativa.

En contraposición al modelo del Banco Mundial… Podemos ver como ejemplo el modelo defendido por la Unesco, organización responsable de promover la Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible instituida por Naciones Unidas de 2005 a 2014, que considera que educar es ayudar a las personas a desarrollar actitudes, competencias y conocimientos para tomar decisiones a favor de su bienestar y el de los demás.

Esta apuesta se basa en los cuatro pilares de la educación que propone el Informe Delors, elaborado por una comisión internacional para la educación del siglo XXI, a petición de la Unesco. Estos son, aprender a conocer, a hacer, a ser y a convivir; y le añade un quinto pilar fundamental: aprender a transformarse a uno mismo y a la sociedad.

Así, sabemos que invertir en educación es invertir en futuro, pero además queremos formar, educar a personas en la construcción de un mundo más solidario, sostenible y justo. Entendemos que la educación es la vía de expresión de las cualidades de los niños y las niñas y por ello apostamos por pedagogías y metodologías que permitan desarrollar en el alumnado todo ese potencial: una mirada crítica, autonomía a la vez que cooperación, imaginación y creatividad, conocimiento y habilidad, compromiso, esperanza y sostenibilidad, entre muchos otros.

Foto: Margarita Serra
Entendemos las escuelas como espacio de crecimiento, de apoderamiento, de prevención y de réplica de los derechos de los niños y niñas. Un espacio de cultivo de las cualidades del alumnado, donde maestros y maestras enfocan su trabajo en el educando. Ello significa poner énfasis en lograr la igualdad, la transformación y la inclusión de todos los individuos en la sociedad, en un diálogo constante con y para el alumnado, teniendo en cuenta su propia concepción del mundo.

Educar, por tanto, implica generar capacidades transformadoras de la sociedad y apoyar la generación de cualidades en las personas. Así educamos y formamos personas y sociedades para que caminen hacia la igualdad de género, hacia un estilo de vida sostenible, hacia la no discriminación; para que apuesten por la solidaridad social y promuevan la paz y la democracia.


Elisenda González y Margarita Serra
Publicado en la Revista Intervida