12 d’ag. 2010

Pobreza y educación

Queda poco más de un mes para que se reúna el Grupo de Alto Nivel de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). En este encuentro, que tendrá lugar en septiembre, se hará un balance sobre la consecución de los hitos de dichos Objetivos. Recordemos que los ODM son ocho objetivos muy amplios en materia de economía, salud, medio ambiente género y educación, un compromiso de las Naciones Unidas a favor de la erradicación de la pobreza.

Son muchos los mecanismos y las acciones que se llevan a cabo para llegar a la meta deseada y en este arduo trabajo hay un elemento esencial, la educación. Ésta, además de ser un derecho humano fundamental, es también el catalizador que permite un desarrollo tanto económico como social desde la libertad y la autonomía personal. Así pues existe una estrecha relación entre la educación y la consecución de dichos objetivos.

La UNESCO, en los dos últimos informes de seguimiento del movimiento de Educación para Todos, hace hincapié en este vínculo indisoluble; siendo la educación una de las formas más eficaces para combatir la pobreza. Ésta favorece la gobernanza, a la vez que promueve y apodera para la participación.

Hagamos ahora un recorrido por los ODM ocho compromisos de la Declaración del Milenio y su relación con la educación.

Los hemos agrupado en cuatro bloques:

Educación y pobreza (objetivos 1 y 2)

A través de la educación las personas pueden llegar a combatir el hambre, aseguran mejores oportunidades laborales y en última instancia, aumentan sus ingresos. Tal como se comenta al principio de este artículo, la educación permite un mejor desarrollo.

Según datos de la UNESCO, un año de escolaridad puede aumentar un 10% el ingreso personal. Incrementar la escolarización en un 100% en poblaciones rurales reduce en un 25% los riesgos alimentarios.

Así pues, la promoción de una enseñanza primaria universal (Obj.2) se hace totalmente indispensable. La promoción de comunidades educadas, el destierro de la "penuria educativa", la alfabetización de las familias y la igualdad de género, llegando hasta la infancia que queda fuera del sistema educativo enriquece las sociedades y permite un mejor crecimiento social y económico.

Educación y salud (objetivos 4, 5 y 6)

Existe una estrecha relación entre la educación de mujeres y niñas y la esperanza de vida infantil. Está probado que las niñas escolarizadas tienen menor riesgo de perder a sus hijos antes de éstos cumplan los 5 años de edad. Por ejemplo en Bangladesh, una madre que haya terminado la educación primaria reduce el riesgo de mortalidad infantil en un 22 % y en Indonesia se reduce en un 26%

Lo mismo ocurre con la mortalidad materna, donde la mayor causa de fallecimiento en mujeres se debe a complicaciones en el embarazo y el parto.

Y por último en este bloque, la educación es la mejor vacuna contra el VIH y el sida-. Según el último informe de los ODM, hay un mejor conocimiento sobre las causas, los modos de transmisión y su prevención entre la población de 15 a 24 años, principalmente mujeres. Una mejor educación reduce la vulnerabilidad, y cada año de escolarización proporciona una mayor protección.

Educación y medio ambiente (objetivo 7)

La educación es vital para cambiar comportamientos y actitudes que favorezcan una protección del medio ambiente de cara a las generaciones futuras. Ésta, como agente de desarrollo sostenible, es fundamental para comprender el mundo que nos rodea, cuidarlo, modificar comportamientos y actitudes para prevenir futuras amenazas ambientales.

Educación y apoderamiento (Objetivos 3 y 8)

Formarse de manera continua ayuda a comprender, a desarrollar una mirada crítica y dota a las personas de las capacidades que les permiten sacar partido de su entorno: nuevas tecnologías, participación y gobernanza.

Una comunidad que garantiza la alfabetización de las personas adultas, las apodera para participar en sociedad. Por ejemplo, en África Subsahariana se confirma que en las comunidades donde se alfabetiza la población adulta, se refuerza la democracia pluripartidista.

Aun viendo este recorrido, queda aún mucho trecho por andar para alcanzar los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio. Son notables las desigualdades en todos los campos, basta con mirar los informes: de los 72 millones de infantes sin escolarizar, el 54% son niñas. En algunos países del África Subsahariana como Níger, la posibilidad de muerte durante el parto es de uno de cada siete partos, mientras que en los países ricos es de uno de cada 8.000,

La cifra anual para cumplir con los objetivos vinculados a la educación es de 16.000 millones de dólares. En 2007 la ayuda para la enseñanza básica sólo alcanzó los 2.700 millones.

En un contexto de crisis como el que nos toca vivir, sin una previsión de solución a medio plazo, son los más pobres los primeros que padecen sus efectos. La deuda ahoga los países pobres y la ayuda acostumbra a llegar tarde y mal. Es evidente que la crisis nos afecta a todos y que en situaciones de estrechez económica prescindimos de lo que consideramos superfluo, pero, por desgracia, en los países más pobres la educación se convierte en un lujo del cual se puede prescindir.

En el año 2000 los países ricos se comprometieron a que ningún país tuviera dificultad para la universalización de la educación primaria. A día de hoy, algunos países de la Unión Europea han reducido la ayuda en materia de educación en un 20%.

Ante este panorama tenemos la responsabilidad de orientar nuestra mirada hacia las desigualdades y sus causas. Colaborar desde nuestra realidad a la construcción de sociedades más justas, equitativas y participativas. Partamos entonces de la defensa y promoción de una educación de calidad para todos, pidamos responsabilidades a quienes se comprometieron con una ayuda al desarrollo eficaz y aunemos esfuerzos los que trabajamos desde diferentes sectores en la consecución del pleno desarrollo para todos.
(Publicado en Intervida)
Fotos:

UNESCO/GMS Akash


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